Don Margarito: La Última Foto de un Hombre Que Nos Regaló la Eternidad

Durante décadas, Don Margarito capturó la esencia de Acapulco con su cámara. Desde bodas hasta retratos improvisados, su mirada inmortalizó la alegría y la vida de su gente. Pero su última fotografía fue una tragedia, una postal de la realidad brutal que nos rodea. Hoy no hay más disparos, solo el eco de una historia que no debió terminar así. Un homenaje a un hombre que hizo de la luz su lenguaje y de su cámara su fiel compañera. Y una pregunta inevitable: ¿Cuánto más soportaremos la indiferencia en nuestras calles?

Ignacio Altamirano

2/26/20253 min read

a man is sitting on the ground with a woman in a military uniform
a man is sitting on the ground with a woman in a military uniform

Don Margarito: La Última Foto de un Hombre Que Nos Regaló la Eternidad

Por: Ignacio Altamirano

Hay historias que no necesitan palabras para contarse. Historias que quedan grabadas en la memoria de un pueblo, que nos golpean en el corazón con la fuerza de lo irreparable. Don Margarito era una de esas historias vivas, un cronista de la luz que nos regaló la eternidad en cada disparo de su cámara.

En la Ruta del Sol, en las bodas, en los bautizos, en las fiestas patronales, allí estaba él. No con un estudio fotográfico de lujo, no con una técnica aprendida en academias, sino con el instinto del que ha mirado al mundo con ojos de poeta. Aprendió solo. Nunca tuvo un maestro, nunca tuvo otra guía que la paciencia de quien sabe que la mejor imagen es la que se roba sin avisar. No tenía dos brazos, pero tenía visión. No tenía redes sociales, pero su legado está en cada hogar.

Don Margarito no solo tomaba fotos, guardaba pedazos de vida.

La última escena

Pero la última imagen de Don Margarito no la tomó él.

En su lugar, quedó una escena brutalmente real: un anciano en el asfalto caliente, con el polvo pegándose a su piel, con la sangre tiñendo su ropa, con una joven soldado inclinada sobre él. No era su familia, no lo conocía, pero lo sostenía con la desesperación de quien teme perder a su propio abuelo.

Ella no era doctora. No era enfermera. Pero en ese instante, era lo único que separaba a Don Margarito del vacío. Y él, con las pocas fuerzas que le quedaban, sujetó su brazo. No con fuerza, sino con esperanza. La esperanza de que su tragedia no fuera su epílogo, sino solo un capítulo más.

Pero su cámara, fiel compañera, seguía colgada de su cuello.

Ya no habría más disparos. Ya no habría más sonrisas inmortalizadas, ni besos de enamorados, ni niños con los ojos llenos de futuro. Su lente, que tantas veces atrapó la belleza del mundo, ahora apuntaba al vacío.

🚦 Calles para la vida, no para la muerte 🚶‍♂️🚘

Don Margarito no murió por un destino caprichoso, murió porque Acapulco es una trampa mortal para los peatones. Porque aquí, cruzar la calle es una apuesta con la muerte y perder significa quedar tendido sobre el asfalto mientras los autos siguen su camino, indiferentes.

Nos han vendido la idea de que los puentes peatonales son la solución, pero ¿qué pasa con quienes no pueden subirlos? Un anciano con problemas en las rodillas, una madre con carriola, una persona con discapacidad, un niño que apenas alcanza el barandal. Para ellos no hay solución. Se les deja a su suerte, esperando que algún automovilista tenga el mínimo de empatía para frenar. Y lo peor es que esa empatía, muchas veces, nunca llega.

💬 El sentir de la gente es claro:
👉 "Los puentes tienen muchas escaleras y hay gente que no puede subirlos, duele la rodilla, se agitan, les cuesta respirar."
👉 "No todos los conductores tienen empatía, van a toda velocidad como si esto fuera una autopista."
👉 "Mejoras para los vehículos, pero no para las personas. Siempre es lo mismo."

Y es cierto. Nos han hecho creer que las ciudades deben adaptarse a los autos y no a las personas. Que el peatón es el que debe correr, esquivar, brincar. Que el error siempre es del que camina, del que cruza, del que no corrió lo suficiente. Pero, ¿por qué una ciudad que debería ser para todos, termina privilegiando a quienes van tras un volante y deja en el olvido a los que caminan?

Es hora de cambiar

No podemos seguir normalizando la muerte de peatones como si fueran simples números en un reporte de tránsito. Acapulco necesita soluciones reales, no excusas.

🔴 Reducción de velocidad en zonas urbanas: no se trata de "frenar el tráfico", sino de salvar vidas.

🔴 Semáforos y cruces bien señalizados: No podemos depender de la voluntad de los conductores para ceder el paso.

🔴 Infraestructura para peatones: Pasos de cebra bien pintados, rampas, puentes accesibles para adultos mayores y personas con discapacidad.

🔴 Educación vial: Desde niños hasta adultos, necesitamos generar una cultura de respeto en las calles.

Este no es un problema sin solución. Lo que falta es voluntad. Y si no la tienen quienes gobiernan, entonces la crearemos nosotros.

📷 Un homenaje a Don Margarito, un compromiso con el futuro

No podemos permitir que la muerte de Don Margarito sea solo una historia más en el olvido. Él fue un hombre que nos regaló recuerdos, que atrapó la luz en su lente para darnos eternidad. Hoy, su última imagen es una advertencia, una exigencia de cambio.

Pero no esperemos a que más vidas se pierdan para reaccionar. Que nuestro motor para cambiar no sea el dolor, sino la convicción de que podemos y debemos hacer algo.

🚦 Hoy fue Don Margarito. Ayer fue otro. Y mañana, ¿quién será?

Es hora de actuar. Porque las calles deberían ser para la vida, no para la muerte.

¿Hasta cuándo?